lunes, 28 de junio de 2010

El sicariato y la narco-corrupción militar y policial son realidades inocultables




¡Mienten los jefotes! Porque desde el reinado de Descartes Pérez hasta el del general Mateo Rosado, pasando por Guerrero Peralta, Ventura Bayoneta, Humeaux, Lajara Solá, y Gilberto Delgado, la relación entre las altas jerarquías de los organismos encargados de perseguir el tráfico de droga, el lavado y el consumo, ha sido de complicidad y asociación, lo que ha determinado la creación de grupos de sicarios en la DNCD, la Policía y las Fuerzas Armadas. Esos generales se han enriquecido de manera escandalosa metiéndose en el negocio de las drogas; han robado y han dirigido grupos de militares y policías asesinos por paga. El caso más evidente ha sido el de la Marina de Guerra cuando la matanza de Paya, operación en la que estuvo involucrado la alta oficialidad, incluidos Ventura Bayonet y oficiales subalternos de ese cuerpo (se quedaron con la droga y los cuartos). Tan evidente fue el hecho, que una parte de ellos están siendo procesados, aunque no los jefotes.

En la Policía se ha destacado como jefe de sicarios el general Bencosme Candelier, quien con esos fines ha constado con la participación activa del general Fructuoso, quien ha dirigido grupos de asesinos. El general Polanco ha estado metido con los cárteles y el sicariato policial de Santiago. Dos jefes de sicarios militares hablando contra sicarios civiles (Rueda de prensa reciente). Incluso en la protección de la narco-corrupción es evidente el papel relevante que han jugado el actual jefe de la Policía Nacional, Guillermo Guzmán Fermín, y el general Mateo Rosado, presidente de la DNCD, específicamente en el caso de los embarques de cocaína del empresario Arturo del Tiempo Marquéz y en el lavado a través de la Torre ATIEMAR. No es verdad que el coronel Gonzáles y Gonzáles actuaba solo; además de protección de la alta jefatura policial, estuvo asociado al coronel Labourt de la DNCD, protegido a su vez por Mateo Rosado y por el Jefe de la DEA en el país.

Pero esto es un chin de la realidad, ya que el papel mayor en la organización de la participación de las FFAA en el negocio de la droga lo han jugado generales jefes del cuerpo de ayudantes del presidente Leonel Fernández (Florentino y Florentino, Aquino García y Medina y Medina), dos de ellos ex-secretario de Estado de las Fuerzas Armadas. La “Cucaracha que Mea” se enteró además de que junto al general Consuegra y al coronel Aristy (hijo de Amable Aristy Castro), el general Nelson Marmalejos de la FAD jugó un papel clave en la protección del mentado Toño Leña, uno de los capos del cartel de Figueroa Agosto. Recordemos que Quirino fue protegido de Florentino y Florentino y por el general jefe de la FAD en tiempo de Hipólito (uno de Leonel y otro de Hipólito).

Cuando hay jefes militares en el negocio de la droga hay sicarios militares en las operaciones de ajustes de cuenta. Claro que junto a ese tipo de sicariato, a veces compitiendo con el y a veces asociados a él, esta presente el sicariato civil dependiente de los capos civiles. Todo parece indicar que en el caso Figueroa Agosto están presentes ambos tipos de sicariatos, uno en labores de venganza frente a las “deslealtades” y otro procurando eliminar eslabones que pueden comprometer a los altos jefes militares y policiales. La PN, la DNCD, la DNI, la FFAA generalmente operan solo contra el sicariato civil en termino institucional, protegiendo a su vez su propio sicariato; en el paquete sometido a la Justicia por la PN, la DNCD, la PN y la Fiscalía (en el caso Agosto), los hay proclive al sicariato junto a delincuentes de otro tipo. El móvil de la PN es dar señales de eficiencia y tratar de cerrar el caso sin tocar las alturas, excluyendo el sicariato y la narco-corrupción castrenses. También proteger a los funcionarios civiles, entre ellos al ministro Félix Bautista, involucrado en esa mafia. En la cumbre de esa podredumbre está el Jefe de Estado, protector de esos oficiales superiores que formen parte de su maquinaria continuista y sus finanzas sucias.

¡Que “asesoría” externa!


General Peña Antonio

El actual ministro de la FFAA general Peña Antonio es un hombre muy dichoso, no solo por lo que le ha representado la compra de los aviones Tucanos aprobados por el presidente Fernández sino sobre todo por la “asesoría externa” de un millón de dólares que le acaban de asignar.

Por otro lado, la plana mayor del Ministerio de los amarillos no está conforme con el negocio del radar, con haber provocado un déficit de 130 millones en la ARS de los guardias y con haber construido un mamotreto frente al edificio de la secretaría a un costo de 60 millones de pesos tomados del fondo de pensiones de los militares; un mamotreto que no debe valer ni a la cuarta parte de la inversión declarada. Amén de desfalcar el IFAS. Quiere más.Dios bendiga a sus integrantes por su vocación para empobrecer los cuerpos castrenses con tal de darse la gran vida y salir multimillonario de ese carguito, aunque no tan buena ni con una fortuna tan grande como la que disfrutan sus “superiores” jerárquicos ubicados en el Palacio Nacional a la sombra del Presidente de la República. Por ese trillo las FAA se han convertido en una suma de cuerpos amorfos, sin líderes, manejados por la mediocridad e utilizada desde fuera y desde dentro para servirle de escudo a los procesos de enriquecimiento de una parte del generalato, del Presidente, de sus ministros ladrones y empresarios favoritos.

En Barahona: General Medina y Medina se apropió de la vieja pista del aeropuerto.



Son cosas aparentemente inverosímiles pero realmente ciertas: el general Medina y Medina, jefe de los guardaespaldas del presidente Leonel Fernández, decidió cogerse una parte de la pista vieja del aeropuerto María Montés de Barahona, construida en terrenos del CEA (Ingenio Barahona), a la entrada de su Ciudad natal. Pero además no cualquier parte de esa pista sino nada más y nada menos la que empalma, por el lado de la vieja Cementera de los gringos, con el Malecón de Barahona; precisamente la que permitiría construir una avenida que evada el tortuoso paso por el interior de la Ciudad para seguir directo por la carretera de la Costa hacia Enriquillo, Oviedo y Pedernales. ¡Un verdadero tesoro del Estado!

De sopetón esa valiosa propiedad del CEA dejó de ser pública y el todopoderoso general la puso a nombre de un pariente cercano.